miércoles, 19 de mayo de 2010

La Crisis y la Ética

A menudo olvidamos la estrecha relación existente entre las diferentes crisis de cualquier tipo (económicas, sociales, políticas) y los principios éticos, fundamentos indispensables de la vida en sociedad. Porque la Ética sólo tiene su razón de ser en el seno de una sociedad organizada como tal, en la cual los individuos asumen responsabilidades y gozan de derechos.

Si pudiésemos imaginar un mundo habitado por una sola persona, la Ética y todos sus derivados resultarían innecesarios. No se necesitarían reglas, no habría que fijar límites para tal o cual costumbre, para tal o cual práctica, porque careceríamos de la necesaria socialización, es decir, de la capacidad de perjudicar con nuestros actos a alguien.

Un análisis profundo de la historia de la humanidad nos muestra, de manera inequívoca, cómo las sociedades han avanzado cuando se han sustentado en sólidos principios éticos, y cómo han retrocedido o desaparecido cuando los han abandonado.

La situación actual nos conduce a una rotunda y definitiva conclusión que debería aterrarnos: hemos sacrificado nuestros principios éticos por el "todo vale". Cuando se desploma de manera fulminante todo un sistema económico mundial, lejos de lamentarnos, hemos de analizar y reflexionar sobre las causas que han producido tal desastre: el dinero se ha convertido en el dios todopoderoso, la especulación, en la manera cotidiana de actuar, la mentira, en la moneda de cambio diaria, la destrucción del adversario, en la meta a alcanzar. Política viene de polis, esto es, un inigualable intento ético de organizar la vida en sociedad. Y si se suprime lo ético de la práctica política, lo único que queda es un sálvese quien pueda.

Los partidos de izquierda poseemos un bagaje ético que jamás poseeran los partidos de derecha: nosotros enunciamos en nuestros postulados y defendemos en nuestros estatutos palabras como igualdad, libertad, solidaridad, justicia social. Pero nos hemos contaminado gravemente de la ideología, que no principios éticos, de los partidos de derecha: beneficio sin límite, desigualdad social, especulación, gasto sin medida. Ganamos los mismos sueldos, usamos los mismos coches, comemos en los mismos restaurantes, y vestimos los mismos trajes, aunque nos los paguemos. La confusión, por tanto, está servida. A las personas les resulta cada vez más difícil distinguir entre derecha e izquierda, porque todo el mundo se apropia verbalmente de las frases y de los principios del otro. Todo el mundo es solidario, pero todo el mundo despilfarrra. Ahora, todos los partidos políticos son los partidos de los trabajadores. Se persigue el voto como quien persigue a una liebre para darle caza y, a continuación, comérsela.

Debemos reflexionar profundamente desde la izquierda. Hemos abandonado nuestros principios éticos, y con ello hemos dejado al pueblo a merced de los lobos. Hemos olvidado la autocrítica y el análisis y ello puede significar una hecatombe para "los parias del mundo" Reflexionemos y actuemos. Pero desde una impecable ética de izquierdas.



martes, 17 de febrero de 2009

VALORES

Existe una gran diferencia entre valor y precio. Resultan difíciles de distinguir, pero cuando se ponen sencillos ejemplos, la diferencia se capta enseguida: qué precio más alto han llegado a tener los pisos, y qué poco valor tienen hoy en día. Vivimos en una sociedad en la que prima el precio sobre el valor. Cuando hablamos de valores, nos interesan especialmente, no aquéllos que se refieren a bienes y servicios, sino aquéllos otros referidos a las personas. El valor de escuchar, el valor de respetar, el valor de cambiar de opinión, el valor de esforzarse, el valor de aprender, el valor de trabajar. Todo valor supone un coste. No se trata de reaccionar bajo impulsos vulgares y simples ante las agresiones que contínuamente nos asaltan y nos seguirán asaltando desde nuestro particular exterior. Hay que aprender a soportar adversidades, a superar contratiempos, a conocer cuánto cuesta cada cosa que disfrutamos. Hay que volver a poner en valor la amistad, el respeto absoluto a los demás, la satisfacción del trabajo bien hecho. Nos han acostumbrado a acaparar objetos a nuestro alrededor, sin saber muy bien qué son y si son necesarios o no. Si vamos tachando cuanto de superfluo tenemos a nuestro alrededor, apenas se salvarán la comida y la bebida. Ni siquiera el calzado y la ropa son imprescindibles. Y si conseguimos aprender o inculcar valores a esas nuevas generaciones que nos sustituirán en nuestros puestos de trabajo, nuestra sociedad tendrá futuro. Si el robo, el asesinato, la malversación o la corrupción fácil son los patrones de nuestra vida cotidiana, sencillamente no tenemos futuro.

domingo, 4 de noviembre de 2007

TÚ NO SABES NADA

No sabes nada, eres tonto, hay que ver que no das una en el clavo. Son frases a las que estamos acostumbrados, que siempre nos resultan familiares y que en más de una ocasión nos han aplicado a nosotros mismos. Y lo hacen los listos, los sabelotodos, los que lo tienen todo claro. Es difícil superar los complejos adquiridos en la infancia. Pero un día nos damos cuenta de que cada cual aprende lo que le interesa realmente, que no sirve de nada saber mucho si no se sabe para qué sirve lo que se sabe, que el conocimiento es selectivo y que el mecanismo de aprendizaje funciona más en función de nuestra curiosidad que de nuestra capacidad intelectual. Bienvenidos al mundo todos aquellos que os consideráis tontitos, cortitos, lentos, porque seguramente rebosáis bondad y respeto hacia los demás. Uníos, organizaos, haced valer vuestras opiniones, porque sois muchos más que los listorros de turno. En vuestras vacilaciones y dudas diarias residen vuestra humanidad y vuestra comprensión para con los demás. Y no olvidéis que muchos de los que lo tenían todo claro, un día se pararon a reflexionar y se dieron cuenta de que nada está realmente claro, comprendieron que la acera de enfrente es aquélla, pero desde aquí, porque desde allí es ésta, y contemplaron absortos cómo no eran dueños de nada, cómo siempre alguien jugaba al tenis mejor que ellos, cómo perdían a un familiar y esa pérdida les cambiaba la vida, y cómo vosotros y yo, los humildes, los sencillos, éramos capaces incluso de consolarlos cuando su seguridad se vino abajo. Y cuando volváis a oir la famosa frase "Tú no sabes nada", sed capaces de responder bajito, sin altanería, sin soberbia, "¿Y tú, qué sabes...?

miércoles, 8 de agosto de 2007

Política y Enseñanza

Cuando a veces oímos a la gente comentar " Yo no entiendo de política", en realidad, no saben lo que están diciendo, porque política es una palabra procedente del griego, que deriva del vocablo "polis", que significa ciudad. Alguien que no entendiese verdaderamente de política debería haber nacido en una sierra alejada, sin contacto con civilización alguna, sin conocimiento de otras personas, autosuficiente y autodidacta. Parece algo estúpida la reflexión, ¿verdad? Política es todo lo concerniente a la vida en las polis, esto es, en comunidad, en interrelación con otros. Nadie puede decir que no entiende de política, porque estamos inmersos en política, la política nos afecta a diario, nos rodea, nos domina. Sería más inteligente decir: "Me encantaría saber de política", para dominar los mecanismos que a diario nos afectan.